Es, cuando menos, interesante pararse un momento y pensar en la gente que, en un momento u otro, te encuentras en la vida. Sobre todo cuando sostienen ciertas opiniones con las cuales no puedes estar de acuerdo por más que lo intentes.
Gente que, en unos casos, aún se aferra al patrioterismo de hace un par de generaciones (década arriba, década abajo) o que, como la chica que me encontré ayer en el autobús, muestra un desprecio... mejor dicho, rechazo total ante la homosexualidad y lo que representa. En su momento de mayor acaloramiento, llegaba a sugerir que había que echarlos del país, "como a los putos moros" (sic).
Es una opinión y, aunque esté en desacuerdo, lo más que puedo hacer es intentar entenderla o, si puedo, rebatirla. Los que me conocen saben que me gusta discutir (el propio concepto del debate como pugna en la que no hay que darse de tortas me atrae) y que a menudo me exalto más de la cuenta. Afortunadamente, en este caso conseguí mantener las formas y el tono de voz (será que no había confianza :-).
Y es que la situación era, cuando menos, cómica: que dos hombres vayan de la mano por la calle o se besen (cierto es que no especificó la intensidad) es "escandaloso", pero (a pregunta mía) que una pareja heterosexual se esté "dando el lote" en mitad de la calle es perfectamente "normal". Pues será lo normal que quiera, pero a mí, personalmente, me incomoda y, si lo veo oportuno, me voy a otro lado, que calles hay muchas.
Quizá lo más hilarante de la circunstancia es que la chica en cuestión lucía un brillante tinte rosáceo y un piercing en el labio inferior. Pero, según ella, eso es "normal" (claro, desde hace unos 20-25 años para acá, porque antes, ¡ay de aquél a quién se le viera con un pendiente o un piercing! ¡y ay de aquélla que llevara más allá de los tradicionales pendientitos!).
Pero, claro, cuando se establece como "verdad indiscutible" que la homosexualidad no es "normal" y que va "contra natura" quedan, en principio pocas respuestas que dar.
Y es que la "normalidad" que se afirma constante categóricamente es, en realidad, una circunstancia que varía por épocas y sitios. Dado que en aquel momento no pude documentarme adecuadamente (lo de tener acceso a Internet en un autobús aún no está logrado), incluyo aquí una referencia a
la homosexualidad en la historia, para quien tenga interés (es el segundo acierto que me sale en Google al buscar
homosexualidad civilizaciones antiguas). Cuando te enteras (aunque yo ya lo sabía por más y variadas fuentes) de lo extendida que ha estado o está la homosexualidad en diferentes culturas a lo largo del tiempo, lo normal es que te plantees la posibilidad de que pueda ser, hasta cierto punto, "normal". Pero no, ha de ser una panda de viciosos y "a mí que más me da, que se vayan con los griegos y los romanos". Elocuencia en grado puro.
Aunque queda el "contra natura". Deriva este concepto de una supuesta relación biunívoca entre el sexo y la reproducción ("¿para qué sirve, si no?" cito literalmente). Así, conceptos como el "sexo social" quedan automáticamente exentos de significado y sentido. Pero en este caso es la propia Naturaleza la que muestra que los comportamientos homosexuales (no sé si las relaciones de afecto, porque no recuerdo datos al respecto) no son algo especialmente extraño en el reino animal. Buscando
homosexualidad especies animales en Google, encontramos, inicialmente, referencias genéricas que no aportan demasiados datos.
Aquí se hace referencia a los estudios de una investigadora, la Dra. Elizabeth Fox sobre la aparición de casos de homosexualidad en orangutanes en Sumatra (y
Google proporciona otras referencias relativas a dicha investigadora en diferentes medios de comunicación que parecen confirmar el enlace anterior) y otros simios. Aunque asociados a situaciones de estrés (natural o artificial), también hay detectados casos de comportamientos homosexuales en cérvidos y otras especies.
¿Cabe considerar, entonces, que la homosexualidad es algo "contra natura"? Bueno, pero es que "les va el vicio". Exacto. A unos animales. Que, se supone, en muchos casos no tienen siquiera concepto de bien o mal o justicia (en el caso de los simios, estos conceptos no se pueden descartar completamente) y que, naturalmente, son unos viciosos.
En fin... un viaje entretenido, desde luego. Como último apunte, un comentario de la chica en cuestión: "Yo no pienso permitir que mis hijos sean homosexuales, ya los educaré para que no lo sean". Como le dije, la única forma de evitar eso con toda seguridad es no tenerlos.
Vaya, mientras escribía este texto, ha habido un problema con Blogger y no he podido publicarlo hasta un rato después.